Déjalo ir todo y SER

Q: Ocasionalmente, cuando estoy en Oración Centrante, siento que Dios está levantando una barrera, y que más allá de esa barrera hay fuego y que me quemaría si Dios me permitiera traspasar la barrera. El fuego es la santidad de Dios, en la que no podemos entrar. Es tierra sagrada y quitarse los zapatos no es una opción. ¿Otras personas tienen este tipo de experiencia?

A: Muchas gracias por darme esta oportunidad de responder a su pregunta.

Todos nosotros tenemos diferentes experiencias con imágenes en nuestra práctica de Oración Centrante, al principio más que después. En cierto sentido, la imagen en sí misma no es tan importante como la oportunidad de soltar lo que sea que necesitamos soltar. Si es importante que lo notemos, lo recordaremos fuera del tiempo de oración. Entonces podemos traerlo a un discernimiento en oración y escuchar cualquier idea. Pero la mayoría de las veces lo más simple es dejarlo venir y dejarlo ir. Esta es una oración de consentimiento y una oración del corazón; alimentar el intelecto con el análisis enseguida nos lleva a la cabeza y nos aleja del lugar donde tiene lugar la purificación, que es nuestro corazón.

Recuerda la tercera directriz del método de la Oración Centrante: “Cuando te ocupes de tus pensamientos, vuelve muy suavemente a la palabra sagrada”. Dicho esto, toda la idea del fuego como signo del amor de Dios es muy fuerte en la tradición cristiana. Permítanme compartir tres ejemplos que han sido significativos para mí en mi viaje.

1. Thomas Merton habla de que cuando las personas se enamoran de Dios se convierten en personas quemadas; la frase real es "hombres quemados". La cercanía afecta todo su ser, en cierto sentido los prende fuego. Les da una quemadura de "Hijo", ¿perdón?

2. Luego está la oración de Pierre Teilhard de Chardin: “Señor, enciérrame en lo más profundo de tu corazón; y luego, sosteniéndome allí, quémame, purifícame, préndeme fuego, sublímame, hasta que me convierta completamente en lo que quieres que sea, a través de la aniquilación total de mi ego”. Me gusta rezarlo de esta manera "a través de la aniquilación total de mi egoísmo."

3. De una homilía de San Juan Crisóstomo, obispo +470AD: La oración es la luz del espíritu: “El apóstol Pablo dice: No sabemos cómo hemos de orar, pero el Espíritu mismo ruega por nosotros con anhelos inefables. Cuando el Señor da este tipo de oración a un hombre, le da riquezas que no se pueden quitar, alimento celestial que satisface el espíritu. Quien prueba este alimento se enciende con un anhelo eterno del Señor: su espíritu arde como en un fuego de máxima intensidad”.

Cuando se comprometa con sus pensamientos (los pensamientos incluyen sensaciones corporales, sentimientos, imágenes y reflejos), regrese muy suavemente a su palabra y símbolo sagrados. La sabiduría es esta: cuando todo esté dicho y hecho, deja que todo venga, déjalo ir y permanece en la asombrosa presencia y acción de tu Dios. Es un salto de confianza hacia lo desconocido que llamamos Dios. Deja que Dios te tome de la mano y te guíe por encima de la barrera y luego déjalo ir y SER.

Bendiciones, Padre Carl Arico