¿Un proyecto científico o un poema?

 

Una persona no es un proyecto científico que se pueda examinar, analizar o diseccionar. No se puede conocer a una persona con la claridad y exactitud de un experimento de laboratorio. 

Una persona es más como un poema que se escribe momento a momento, estrofa a estrofa. Las palabras pueden surgir como gotas de lluvia y suaves brisas. O a veces como tormentas eléctricas o ráfagas de viento. Siempre hay sorpresas, palabras que no riman o estrofas que se extienden y se extienden, solo para terminar abruptamente. 

Dios, con todos los nombres o sin ninguno, no es una respuesta. No es como una frase con un punto que dice: “Esto es todo. Esto es todo lo que necesitas saber”. 

Dios es más como una pregunta que lleva a otra pregunta, y luego a otra más. La respuesta es esquiva, está más allá de la punta de nuestros dedos. Son las preguntas las que hacen que valga la pena vivir. Son las preguntas las que nos invitan a sentarnos en silencio o a bailar en el viento. 

Cuando la vida te golpea en la cara y te deja sin aliento, no busques a Dios ni esperes respuestas. Busca, en cambio, un poema. Uno para leer o escuchar, o tal vez uno para escribir tú mismo. Reflexiona sobre las palabras, especialmente sobre las preguntas. Deja que las preguntas te lleven a un lugar nuevo, a un lugar inesperado. Puede que te sorprendas con las personas que conozcas y con lo que descubras. 

Permanezca en el poema. Vuelva a él cada vez que se le invite. Lentamente, muy lentamente, Dios aparecerá. Para sentarse con usted. Bailar con usted. Llorar y reír con usted. No se preocupe cuando Dios parezca desaparecer. Recuerde que Dios está en el poema, en las preguntas. Y, de alguna manera misteriosa y a menudo elusiva, Dios está en lo más profundo de usted.

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Sue Kenney, California, Estados Unidos