Descripción
Todos los que practicamos la Oración Centrante y estudiamos las obras de Thomas Keating conocemos el proceso de curación que se produce al aceptar la presencia y la acción de Dios en nuestro interior. Ray Leonardini ha estado yendo al interior de las prisiones durante años, compartiendo la Oración Centrante y la dinámica de sanación en grupos semanales con 30-40 presos.
La suave expansión de la conciencia que surge al pasar tiempo en silencio afloja las experiencias reprimidas, lo que les permite volver a la conciencia, un proceso que Thomas Keating denominó "descarga del inconsciente". Los seres humanos en la infancia son vulnerables a la herida de la vergüenza, que Ray llama el "asesino del alma" (p. 1). La vergüenza puede ser tan profunda que uno internaliza un profundo odio hacia uno mismo: “la sensación de que hemos perdido nuestro derecho a existir” (p. 21). Un ser humano que experimenta vergüenza tóxica se esconde, en un intento de escapar de situaciones insoportables.
Sentarse en silencio desencadena el milagro de que uno comienza a darse cuenta de que Dios también está allí, escondiéndose conmigo. El amor implacable y total de Dios por los seres humanos significa que Dios elige venir a buscarme, elige volverse vulnerable y se esconde conmigo de la fealdad de personas que harán cualquier cosa para alejarse de su dolor. Cuando me siento más solo, cuando me estoy escondiendo, sintiéndome inadecuado, rechazado y abandonado, sintiendo que no tengo derecho ni siquiera a existir, justo en ese lugar descubro una Presencia Divina que me ve y sabe y experimenta lo que yo vivo. .
Este pequeño libro destila la historia de un grupo de practicantes de mucho tiempo en el grupo de Oración Centrante semanal de Ray que se reunieron en un grupo pequeño, creando un lugar seguro y de escucha para compartir y apoyarse mutuamente en esta experiencia. Con el apoyo de Ray, también consideraron las historias de las Escrituras, más allá de los significados literales y con una nueva visión de quiénes son y quién es Dios en sus vidas. Con profundo respeto y perspicacia, Ray articula el proceso de aceptar la vulnerabilidad y salir de su escondite que les sucede a estos hombres en este espacio sagrado de comunión entre ellos y con Dios. El dolor expresado en este libro puede desencadenar el propio dolor del lector, por lo que no es una lectura fácil, pero el libro también es un relato esperanzador de encontrar lo que antes parecía imposible: la intimidad con Dios.