English Transcript
Gifts for Living 76: Love Beyond Love
As sometimes happens in deep prayer, especially in the context of the Night of the Spirit, when there is surrender, then suffering – one’s personal suffering – is not really suffering anymore. It’s suffering that leads to wisdom, when it’s accepted. And wisdom transforms suffering into a – I won’t quite say ‘joy’ – but it gives it a meaning that takes away the resistance so that one sees a value to suffering that is … well, God-like. That is to say, it is the occasion to manifest so the love of God, to a similar extent that the love of God has manifested itself, especially in the Christian tradition, of taking on, identifying with the sins of the world, when one doesn’t have to, as a sign of love, with healing or redemption as its purpose. Thus, we read in Paul that “he who knew not sin was made sin.” And he further explains that matter in Philippians, when he writes that “Christ did not regard being God as something to cling to.” That’s a statement that ought to shake everybody up who has attachments that they don’t feel quite ready to give up! In other words, out of love, and out of service, out of the need for expressing the infinite compassion, the Divine Love gave up all the privileges and delights of being God at least in the incarnation. This is one way of looking at it, among many theologians today. It’s an overwhelming expression and it’s not just a sacrifice here and there, but a whole life of at least alienation in the sense of the enjoyment of the divine life that was due to Christ in view of his divine nature. The suspension of that, that expresses what might be called a “love beyond love,” in other words, a love that is sacrificing itself beyond anything we can imagine. A divine death to divinity itself, at least temporarily.
El amor más allá del amor
Como a veces sucede en la oración profunda, especialmente en el contexto de la Noche del Espíritu, cuando hay total entrega, entonces el sufrimiento personal ya no es realmente sufrimiento. Es un sufrimiento que lleva a la sabiduría cuando se lo acepta. Y la sabiduría transforma el sufrimiento en algo - no diría exactamente 'alegría' - pero algo que le da un significado que elimina la resistencia, para que le veamos un sentido al sufrimiento que es ... bueno, como el de Dios. Es decir, es la ocasión para manifestar el amor de Dios, en similar medida en la que el amor de Dios se ha manifestado a sí mismo, especialmente en la tradición cristiana, asumiendo, identificándose con los pecados del mundo, cuando no es necesario, como un signo de amor, con el propósito de curarnos o redimirnos. Por lo tanto, leemos en Pablo que “A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identifico con el pecado.” Y él explica aún más eso en Filipenses, cuando escribe que “El que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente.
Esa es una afirmación que debería sacudir a todos los que tienen apegos que no se sienten del todo listos para abandonar. En otras palabras, por amor, y por servicio, por la necesidad de expresar la compasión infinita, el Amor Divino renunció a todos los privilegios y deleites de ser Dios, al menos en la encarnación. Esta es una forma de verlo, entre muchos teólogos de hoy. Es una expresión abrumadora y no se trata solo de hacer sacrificios ocasionales, sino de toda una vida de sentirse alienado, en el sentido de no disfrutar de la vida divina que le correspondía a Cristo, dada su naturaleza divina. El hecho de suspender esto expresa lo que podríamos llamar “un amor más allá del amor”, en otras palabras, un amor que se sacrifica a si mismo más allá de lo que podemos imaginar. Una muerte divina a la divinidad misma, al menos temporalmente.