Gifts for Living 99: The Fourth Consent of Centering Prayer – To Our Nothingness

English Transcript

The Fourth Consent of Centering Prayer—To Our Nothingness

This is a fairly advanced stage. Number four might be called, for lack some other word that I haven’t thought of, consenting to nothingness or consent to be nothing. In general, in the spiritual journey, it is a good idea to leave out nouns as much as you can because it is something that is happening, it is something that we’re becoming, it is something that even God is becoming without ceasing to be of course what he is. Panikkar thinks the very nature of being, or the best way to think about it is that it’s always becoming. So, it’s always better, always wonderful. Well anyway, here we are in our stillness and let us say that the stillness or silence has morphed into presence and so we’re experiencing something like the ‘prayer of quiet’ as St. Teresa describes it, or we’re just plain quiet. The trouble with the prayer of quiet is it’s sufficiently strong an experience that it becomes a center of attention and so at some point we have to move beyond it and then one may be regularly in the prayer of quiet without it being consoling. It’s just silence in the presence of God. So, when stillness has morphed a few times into presence, then presence continues to grow and to become. It’s more and more of a presence and that can bring us into moments of pure consciousness. Well this is obviously a lively wooing, so to speak, of the soul by God, I mean this is what St. John of the Cross would describe as the ‘engagement between God and the soul’, in which it’s come so far it is not likely to start going back and its very silence now at times moves into a depth in which the self is temporarily completely forgotten or certainly completely ignored. In other words, the experience of pure awareness or pure consciousness is consciousness without any particular content. But it’s consciousness of something, even if that something hasn’t emerged yet. And that something is precisely the possibility of everything happening. So, the opposite of everything, I suppose, is nothing. So, the consent to nothing is the consent to experience the negative emptiness that we are and having come out of nothingness and created from nothingness or coming from a Source at least outside ourselves and are beginning to let go of the false self and that’s following Jesus’ advice and to bring yourself to nothing is to find out who you are, he says in that wisdom saying. So, we’re beginning to find out who we are without being able to express it in rational terms. And it’s very good! But there is not a reflection on how good it is in the state of pure consciousness. So, the consent to nothingness is really a consent to let this happen, and it gives a further motivation to let go of all casual reflections and it means that we may move into our silence or prayer with the greatest of ease, without any preparation, because our whole life has been a preparation. Or it’s never separated from the basic content of the prayer, which is with us even when we don’t feel it or perceive it as the divine indwelling or the permanent presence of God. So, contemplation in the full sense of the word, according to John of the Cross, is the continuous conscious presence of God or the awareness of the presence of God. Well in the prayer it is obviously a time for intimacy, and this is the time when the Night of Sense has been completed and if there is any Night at all, it is a movement into the Night of Spirit. But it doesn’t happen right away and there may be years of this intimate, that is kind of long engagement. And it’s interrupted at times by some warnings that the Night of Spirit might come but it also is full of affirmation so that one’s confidence in the presence of God and God’s protection and love and perhaps some experience of how much God loves us might take place in this fourth consent. But it means that you’re not using or don’t need to use any symbol anymore, because you’re already at a place that the symbol is meant to facilitate you to accept. So, each of these consents is a deeper consent to our nothingness and a deeper consent to become everything or all in God or a deeper consent to let God be all in all in us, or Christ be all in all in us, two phrases that you find in St. Paul.

El Cuarto Consentimiento de la Oración Centrante – a Nuestra Nada

Esta es una etapa bastante avanzada. El número cuatro podría denominarse, a falta de alguna otra palabra que no se me ha ocurrido, consentir a nuestra nada o consentir a no ser nada. En general, en la travesía espiritual, es una buena idea dejar de lado los sustantivos en la medida de lo posible, porque es algo que está ocurriendo, es algo en lo que nos estamos transformando, es algo en lo que aún Dios se está transformando, sin dejar de ser, por supuesto, lo que es. Panikkar cree que la naturaleza misma del ser, o la mejor forma de pensar acerca de ella, es que está siempre transformándose. Así, es siempre mejor, siempre maravillosa. Bueno, entonces, estamos aquí con nuestra quietud, y digamos que la quietud o silencio se han convertido en presencia, y estamos experimentando algo como la “oración de quietud” como la describe Santa Teresa, o simplemente estamos quietos. El problema con la oración de quietud es que es suficientemente fuerte como experiencia para volverse el centro de la atención, y, por lo tanto, en algún punto, tenemos que ir más allá, y entonces uno puede estar regularmente en la oración de quietud sin que sea consoladora. Es solo silencio en presencia de Dios. Cuando la quietud se ha transformado algunas veces en presencia, entonces la presencia continúa creciendo y transformándose. Es cada vez más una presencia, y eso puede llevarnos a momentos de pura conciencia. Bueno, este obviamente es un alegre cortejo, por así decir, del alma por parte de Dios. Es lo que San Juan de la Cruz describiría como “el compromiso entre Dios y el alma”, que ha llegado a un punto del que no es probable que retroceda. Su mismo silencio a veces nos conduce a una profundidad en la que el yo esta temporariamente olvidado por completo, o ciertamente ignorado por completo. En otras palabras, la experiencia de pura conciencia es conciencia sin ningún contenido en particular. Pero es conciencia de algo, aun si este algo todavía no ha emergido. Ese algo es, precisamente, la posibilidad de que todo suceda. De modo que lo opuesto de todo, supongo, es nada. Consentir la nada es consentir experimentar el vacío negativo que somos, habiendo surgido de la nada y sido creados de la nada, o viniendo de la Fuente fuera de nosotros, y es comenzar a dejar ir el falso yo. Eso significa seguir el consejo de Jesús y hacernos nada para descubrir quienes somos, como lo dice en esa máxima de sabiduría. Empezamos a descubrir quiénes somos sin poder expresarlo en términos racionales. ¡Y eso es muy bueno! Pero no existe una reflexión acerca de lo bueno que es en el estado de conciencia pura. Por lo tanto, consentir la nada es realmente consentir dejar que eso suceda, y nos da una motivación extra para dejar ir toda reflexión casual. Realmente significa que podemos entrar en nuestro silencio u oración con la mayor facilidad, sin ninguna preparación, porque nuestra vida entera ha sido una preparación, o nunca está separada del contenido básico de la oración, que está con nosotros aun cuando no lo sentimos o lo percibimos, como la inhabitación divina, o la presencia permanente de Dios. Así, la contemplación en el pleno sentido de la palabra, según Juan de la Cruz, es la continua presencia consciente de Dios, o la conciencia de la presencia de Dios. En la oración se trata obviamente de un tiempo para la intimidad, y este es el tiempo en el que la Noche de los sentidos se ha completado y, si acaso existe alguna Noche, es un movimiento hacia la Noche del Espíritu. Pero no sucede de inmediato, y pueden haber años de esta intimidad, como si se tratara de un largo compromiso. Y es interrumpido a veces por algunas advertencias de que la Noche del Espíritu puede sobrevenir, pero también está lleno de afirmación, de modo que la confianza en la presencia de Dios y su protección y amor, y quizá alguna experiencia de cuanto nos ama Dios también pueden tener lugar en este cuarto consentimiento. Pero esto significa que no estamos usando, o ya no necesitamos usar más símbolos, porque estamos en el lugar que se supone que el símbolo nos facilita aceptar. Entonces, cada uno de estos consentimientos es un consentimiento más profundo a nuestro no ser nada, y un consentimiento más profundo a volvernos toda cosa o todo en Dios, o un consentimiento más profundo a dejar que Dios sea todo en todo en nosotros, o que Cristo sea todo en todo en nosotros, dos frases que encontramos en San Pablo.