This is part of a weekly series entitled “Habits of Heartfulness” based on outtakes from the filming of Heartfulness: Transformation in Christ with Thomas Keating. The filming took place in 2007 and supplements an earlier series by the same name in 2011.
English Transcript
So, in resting in God, as the term of lectio divina, one is no longer doing anything except resting in the fruit of the labors we’ve been through or of the other acts we exercise in reading, responding and reflecting and now there’s nothing more to do because we’ve said all we want to say, so what do you do? Nothing, but just rest. But your attentiveness has become spiritual, so you’re not doing a particular thing, but in a sense you’re doing everything, or at least a comprehensive surrender to reality that is sustained by the memory or the attitude of enjoyment or appreciation or gratitude or surrender or adoration or thanksgiving of the Mystery or the aspects of the Mystery that have captured your heart. And so, resting always involves the movement of the heart to love God. And love is not exhausting. It gets energy by exercising it. Not by particular acts, but by receiving it above all. And so, silence then of its nature moves toward this kind of rest, which is not doing nothing but is receiving, which may feel like nothing, but which is the most important of all activities when one is receiving God.
Semana de marzo 2 – Cuando Recibir es el Más Importante de los Actos
Entonces, al descansar en Dios, como término de la lectio divina, ya no estamos haciendo nada excepto descansar en el fruto de las labores que hemos realizado, o los otros actos que hemos ejecutado al leer, responder y reflexionar, y ahora no hay nada más que hacer, porque hemos dicho todo lo que queremos decir, así que ¿Qué hacemos? Nada sino descansar.
Pero nuestra capacidad de atención se ha tornado espiritual, así que no estamos haciendo nada en particular, pero en cierto sentido estamos haciéndolo todo, o al menos realizando una total entrega a la realidad, que es alimentada por el recuerdo o la actitud de disfrute o valoración o gratitud o entrega o adoración o acción de gracias al Misterio o a los aspectos del Misterio que han capturado nuestro corazón.
Y por lo tanto, descansar siempre implica un movimiento del corazón a amar a Dios. Y el amor no se agota; recibe energía al ejercitarse. No por actos específicos, sino más que nada por recibirlo. Y así, el silencio, por su naturaleza, se mueve hacia esta clase de reposo, que no es no hacer nada sino que es recibir, que puede parecer que no es nada pero que es la más importante de las actividades cuando estamos recibiendo a Dios.